Cuando llueve, los habitantes de una ciudad cercana a un río se quejan de esas inundaciones, que tan rápido como llegan, se van, dejando huellas de destrucción a su paso.
Mientras, en el África Occidental, los pobladores de una pequeña aldea imploran que unas gotas del líquido vital aplaquen la sequedad.
La madre naturaleza quiso que nosotros nos encarguemos de repartir el agua equitativamente en el planeta. Lleva más de cinco mil años esperando.
Esto lo escribí para un concurso, y no gané. Bueno, les dejo para que lo lean.